Filven 2025: un jueves de debates, homenajes y lanzamientos editoriales

Bajo las altas bóvedas de una Galería de Arte Nacional convertida en una ciudad libresca, este jueves 10 de julio la 21a Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025 desplegó un caleidoscopio de actividades. Desde tempranas horas, el murmullo de lectores entre estands repletos de libros se fundía con la diversidad de exposiciones artísticas, cuadros y esculturas, testigos silenciosos de este rito donde la cultura y el pueblo se abrazan.

En la mañana convergieron distintas corrientes: en la Sala Filven, Ignacio Buznego presentó La dependencia histórica, junto a William Fariñas y José Vielma Mora. Mientras, el embajador ruso Sergey Melik-Bagdasarov desentrañaba los misterios del alfabeto cirílico en la Sala Egipto. En otra sala vecina, uno de los homenajeados, el poeta Gonzalo Fragui, guiaba el taller Etimologías recreativas. En tanto, un piso más arriba, en la sala Civreaux, Ana Violeta Lander enseñaba braille con punzones y papel, acercando la literatura a las personas con discapacidad visual.

La programación continuó entre diálogos culturales, entre naciones y exaltando nuestras raíces ancestrales. Por un lado, diplomáticos venezolanos y egipcios tejían alianzas en la Sala Egipto, y por otro en la tarima principal resonaba el legado de Esteban Emilio Mosonyi, homenajeado también en esta Filven con su libro El indígena venezolano en pos de su liberación. Adicionalmente, Jorge Pocaterra, Saúl Rivas y Jeyni González pasearon al público por paisajes lingüísticos venezolanos, frente a un auditorio ávido de reencontrarse con sus raíces originarias.

En horas del mediodía, Geraldina Colotti habló de su libro El espacio de los dinosaurios, en la Sala Civreaux, una historia ambientada entre Italia y Venezuela, inspirada en la masacre de Cantaura. A su vez, la revista Heroínas, del Ministerio del Poder Popular para Obras Públicas reivindicaba a mujeres constructoras de la Patria. En paralelo, en la Sala Fragui se presentaba una revista científica de turismo, a cargo del Instituto Nacional de Turismo, para impulsar la promoción de nuestros patrimonios naturales y culturales como ejes de soberanía.

La tarde fue literatura histórica. En la Sala Fragui se mapeaban rutas literarias merideñas y un poco más allá la Sala Civreaux celebraba raíces afrodescendientes en los llanos con un libro de la Editorial El perro y la rana: Afrodescendiente en los llanos de Venezuela”, de Armando González Segovia y Rosa Mujica Verasmendi.

Igualmente, las luchas se encontraron en la Sala Judith Valencia, donde la Universidad Bolivariana de Venezuela realizó un sentido homenaje a la economista y militante venezolana. Mientras, en la tarima principal Yldefonso Finol desmontaba el “fascismo subalterno”, con un repaso por la historia universal y un recorrido por los estragos del fascismo en Europa.

La tarde cayó con la lumbre literaria aún encendida. La Sala Judith Valencia reunió tres clásicos femeninos: No es tiempo para rosas rojas, El largo día ya seguro y El libro de los oficios. Fue un homenaje a las escritoras Antonieta Madrid, Antonia Palacios y Ana Enriqueta Terán. Simultáneamente, el poeta Luis Alberto Crespo presentó Casi el murmullo, mientras la escritora Sol Linares deslumbraba con su novela fantástica No todos los cíclopes nacen ciegos.

Al llegar la noche, la Filven confirmó su magia: es un lugar de encuentros y debates literarios que aún guarda sorpresas por descubrir. Quedan tres días para perderse en este laberinto vivo donde cada libro es una ventana y cada sala un mundo por conquistar.

FILVEN/BC/MR