La 21.a Filven Mérida culminó sus actividades reafirmándose como un espacio que no solo promueve el conocimiento de la literatura; también impulsa la reflexión política y cultural y exalta el legado de voces que han construido parte de la memoria merideña.
Entre las actividades destacadas, se llevó a cabo la presentación de la colección “Yo misma fui mi ruta”, impulsada por Fundarte y protagonizada por 35 escritoras que han logrado conquistar un lugar en el panorama literario contemporáneo.


Yuri Patiño, una de las voces incluidas en esta colección, definió este proyecto como un espacio donde las mujeres no solo se expresan a través del arte, sino que también encuentran una plataforma para el activismo político. “No se trata de asumir la escritura de mujeres como escritura femenina, sino de reconocerla como parte integral de la literatura contemporánea”, afirmó.
Esta ruta nació hace cuatro años durante el primer Encuentro Internacional de Mujeres Escritoras. La iniciativa fue una idea de la poeta merideña Giordana García, que, para ese momento de pandemia, publicó las primeras 12 plaquettes, no solo con el objetivo de visibilizar las obras de estas autoras, sino también para erigirse “como un acto político en sí mismo”, afirmó Patiño.
“Estamos luchando por la voz poética”, dijo, aludiendo a la necesidad de que las mujeres ocupen un lugar preponderante en el ámbito literario.
Un tecnólogo del pueblo
En el cierre de la feria, que se efectuó en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero de la capital merideña entre el 27 y 30 de noviembre, se rindió homenaje póstumo a Ibrahím López García con la presentación del libro “Vida y obra de un tecnólogo popular”. En la actividad, Benito Mieses, Hermes Vargas y los hijos del tecnólogo, Ibrahim y Aldo, recordaron a una figura que dejó una huella imborrable en la comunidad andina y del país.

Ante el público asistente, Aldo López abordó el pensamiento innovador de su padre en medicina biomagnética, que usaba principalmente para tratar enfermedades mentales, recuperaciones postoperatorias y otras dolencias en sus familiares y vecinos. Además, fabricó imanes multipolos para tratamientos de salud mental.

Entretanto, Ibrahim hijo hizo un repaso por la vida profesional del tecnológico, que estaba trabajando en el Banco Obrero cuando se fue a Caracas. Allí, contribuyó al cálculo estructural del puente sobre el río Chama.
“Mi papá llegó a crear una nave voladora con una cúpula parecida a la cáscara de un huevo”, relató el expositor, añadiendo que para su funcionamiento empezó a estudiar motores eléctricos. Sin embargo, tras un tiempo cursando la carrera de Ingeniería de Motores Eléctricos en la Universidad del Zulia desistió, porque “se dio cuenta de que los motores estaban al revés”. La experiencia le llevó a criticar tanto la tecnología capitalista como aquella que se propugnaba con un enfoque socialista, “porque no había un verdadero cambio” en los paradigmas de construcción.

El legado de López García no solo incluye sus contribuciones técnicas, sino su compromiso con el medio ambiente y la literatura. Hizo amistades con poetas, escritores y artistas, como Alí Primera. También formó parte activa de la Fuerza de Liberación Nacional, lo que le valió la expulsión del país.
El teatro y la canción necesaria
Durante la tarde, el público se reunió en torno a la celebración de tres formas de arte que comulgan con la palabra escrita.
Las artes escénicas se festejaron en la letra de Aníbal Grunn con el libro “Teatro del desencanto”, una colección de cuatro obras del dramaturgo venezolano, publicada por la Fundación Editorial El perro y la rana y la Compañía Nacional de Teatro de Venezuela. En este texto se aborda el descontento social a través de diferentes géneros como el humor, el drama y el texto histórico, con un enfoque crítico y esperanzador en la condición humana.
También se celebró el conversatorio “Canto y poesía en la canción necesaria”, que lideraron Roberto Ramos y Orlando Oberto Urbina, para debatir sobre la estética poética en la música del cantor del pueblo, Alí Primera.
El cierre de la Filven en Mérida no solo fue escenario para la presentación de libros, sino un punto de encuentro para la reivindicación de las voces creadoras regionales y nacionales. El recuerdo y legado de personajes como Ibrahím o la reivindicación de mujeres escritoras son ejemplos del poder transformador de la lectura y del libro en la construcción de una nación soberana.










