La 19.a Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN 2023) abrió sus puertas al público el pasado viernes, con Amazonas como estado invitado. Así, se promueve una forma de celebrar y exaltar la riqueza y diversidad cultural indígena de esta entidad.
Como parte de la delegación que representa a ese estado, dos mujeres indígenas del pueblo Jivi han captado la atención de las y los asistentes. Ellas han sido el foco de las cámaras de celulares inteligentes y de los fotógrafos profesionales.
No han llamado la atención por su vestimenta de origen, porque de hecho están vestidas como nosotros, los criollos, como nos llaman ellas. Es más bien por las carteras, bolsos, sombreros, cestas y chinchorros que exhiben. A simple vista se aprecia la calidad y vistosidad de sus tejidos. Se trata de Hilda Caribán y Esther Camacho, de la comunidad San Jorge de Galipero, municipio Atures, Eje Norte.
Es común verlas sentadas en la alfombra del estand correspondiente a Amazonas tejiendo piezas. Aunque es la primera vez que están en Caracas en un evento de esta magnitud, atienden con total apertura al público, se dejan tomar fotos y hacer videos, responden por los precios de sus productos y abordan las curiosidades particulares de quienes las abordan.
Estos contactos al principio les generaron inquietud. No era una sensación de “desagrado, tampoco incomodidad, era más bien miedo, miedo de expresarnos mal porque nunca nos habían entrevistado, es primera vez”, confiesa Esther, la sobrina de Hilda y la más locuaz.
“Pero nos gustó, hablamos con personas con quienes nunca pensábamos hablar, como ministros. Es una experiencia nueva estar aquí y le damos las gracias al Gobierno (nacional y estadal) que nos dio está oportunidad para vender nuestros productos”, cuenta.
Para Hilda esta experiencia ha sido toda una sorpresa. “Ayer hablé por teléfono con mi hija, que está con su esposo en Ecuador, y me dijo que me vio en unas fotos en las redes. Yo pensé que esas fotos se quedaban aquí, que no las publicaban”, comenta.
La obra de una comunidad
Hilda y Esther explican que todas las piezas que están en venta es el trabajo colectivo de toda la comunidad de San Jorge. Son 22 familias, que suman al menos 40 personas entre mujeres y hombres, quienes participaron en la elaboración de esta mercancía.
Aclara que los niños de las familias en mayor o menor grado también participan. Es tradición que ellos apoyen en el tejido. Las piezas se elaboran con fibra extraída de la palma de moriche, una palma amazónica.
Para obtener las palmas deben caminar unas cinco horas de ida y otras tantas de vuelta por la selva. Cada participante de esta búsqueda carga un aproximado de 10 a 15 kilos, hombre o mujer.
Al llegar a la comunidad, montan las ollas para hervir el agua y sumergir ahí las palmas, para el proceso de blanqueado. Luego las extienden bajo el sol por tres días y las van volteando, como en el proceso de secado del cacao. Tras ese paso las palmas se convierten en fibra. Después la peinan para desenredar los hilos, y ahí es que empiezan a tejer.
Una cartera mediana demora un aproximado de tres a cuatro días, de acuerdo al diseño, si es hecha por una sola persona. Pero por lo general participan varios y se acorta el tiempo a día y medio. Es un tejido completamente artesanal.
Esta es la primera vez que ellas misma venden sus artesanías, porque hasta ahora la dinámica es que a su comunidad llegan los intermediarios, los revendedores. Ahora, en su experiencia como vendedoras, sienten que nosotros los criollos hemos perdido el sentido de pertenencia, el valor por lo autóctono.
Esther recuerda que cada una de esas piezas tiene una esencia, tiene antepasados, son conocimientos ancestrales, sus manos están puestas en cada una de esas piezas.
“Tenemos la preocupación de no vender lo suficiente, la gente espera buenas noticias, queremos llegar y dar alegría”, agrega Esther. Precisa que trajeron 247 piezas, de ellas han vendido 31 durante estos cuatro días de feria.
Mientras la Filven continúa, tendremos a Hilda y Esther con sus piezas artesanales para apreciar, sentadas en la alfombra tejiendo sus piezas de dignidad.
Reflejo de una identidad
Hilda y Esther forman parte de los 21 pueblos indígenas que habitan en el estado Amazonas. Ellas conservan su idioma jivi, y lo hablan con orgullo, sin vergüenza étnica.
En ese punto cuentan que muchos indígenas de esta nueva generación ya no hablan su idioma originario. Siguen siendo descendientes pero han perdido su lengua nativa y algunos otros elementos culturales de origen, como ritos y la dinámica de vivir en churuata.
En reconocimiento del valor de esas culturas ancestrales, la Filven mantendrá actividades para acercarse a las comunidades indígenas de Amazonas hasta este 19 de noviembre, cuando cierra esta edición de la feria.
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